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Cómo una fuga de cerebros impulsada por Trump podría convertirse en una ganancia para el resto del mundo

Por Lex Harvey, CNN

Criada en Brasil, la neurocientífica Danielle Beckman siempre soñó con mudarse a Estados Unidos por trabajo. Así que, en 2017, cuando tuvo la oportunidad de trabajar en el Centro Nacional de Investigación de Primates de California en la Universidad de California en Davis, la aprovechó sin dudarlo.

“Estaba tan emocionada”, recordó. “Venir a Estados Unidos siempre fue mi sueño. Siempre fue el lugar ideal, donde más se invierte en ciencia”.

Pero meses después de que iniciara el segundo mandato del presidente Donald Trump, mientras su Gobierno libra una guerra sin precedentes contra las principales universidades e instituciones de investigación del país, Beckman ya no ve a Estados Unidos como un hogar acogedor para ella ni para su investigación, que se centra en analizar cómo las infecciones virales como el covid-19 afectan el cerebro.

Ella dijo a CNN que ahora planea mudarse y está buscando oportunidades en Alemania y Francia.

Beckman es parte de una ola creciente de académicos, científicos e investigadores que abandonan Estados Unidos en lo que muchos advierten que podría ser la mayor fuga de cerebros que el país haya visto en décadas.

Pero la pérdida de Estados Unidos podría ser la ganancia del resto del mundo.

Mientras el Gobierno de Trump congela y recorta miles de millones de dólares en fondos de investigación, interfiere con los planes de estudio y amenaza la posibilidad de los estudiantes internacionales de estudiar en Estados Unidos, los gobiernos, las universidades y las instituciones de investigación de Canadá, Europa y Asia se apresuran a atraer a los talentos que huyen.

La Unión Europea prometió destinar 500 millones de euros (US$ 562 millones) durante los próximos tres años “para hacer de Europa un imán para los investigadores”.

Una universidad de Marsella, Francia, está captando académicos perseguidos mediante un nuevo programa llamado “Lugar Seguro para la Ciencia”. La mayor organización de investigación sanitaria de Canadá está invirtiendo 30 millones de dólares canadienses (US$ 21,8 millones) para atraer a 100 científicos estadounidenses y extranjeros que inician sus carreras. El Consejo de Investigación de Noruega lanzó un fondo de 100 millones de coronas (US$ 9,8 millones) para atraer a nuevos investigadores. El rector de la Universidad Tecnológica de Nanyang, en Singapur, declaró recientemente ante una multitud reunida en una cumbre de educación superior que la institución está identificando a investigadores estadounidenses “superestrella” para presentarles ofertas de empleo.

La Academia Australiana de Ciencias también lanzó un nuevo programa de talentos para reclutar a científicos desilusionados residentes en Estados Unidos y atraer a los australianos de regreso a casa.

“Sabemos que estos individuos están altamente capacitados, son talentosos y tienen mucho que ofrecer”, dijo Anna-Maria Arabia, directora ejecutiva de la academia, quien señaló que el programa ha recibido un “interés alentador” hasta ahora.

Arabia dijo a CNN que la avalancha de instituciones que se apresuran a llenar el vacío dejado por los recortes de financiación estadounidenses refleja un “hambre global” de profesionales de la ciencia y la tecnología.

“Es de vital importancia que la ciencia pueda continuar sin interferencia ideológica”, dijo Arabia.

Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo una potencia en materia de investigación y desarrollo, atrayendo talentos de lugares lejanos con sus grandes presupuestos, salarios elevados y laboratorios elegantes.

Desde la década de 1960, el gasto del gobierno estadounidense en investigación y desarrollo (I+D) se ha más que duplicado, y pasó de US$ 58.000 millones en 1961 a casi US$ 160.000 millones en 2024 (en dólares ajustados a la inflación), según datos federales. Al incorporar la financiación de I+D del sector privado, esa cifra se dispara a más de US$ 900.000 millones en 2023.

La enorme inversión de Estados Unidos en I+D le ha otorgado una enorme influencia a nivel mundial. Ha acumulado más de 400 Premios Nobel, más del doble que el siguiente país, el Reino Unido. Más de un tercio de los premios estadounidenses fueron ganados por inmigrantes.

“Hemos sido respetados en todo el mundo durante décadas porque hemos formado a generaciones sucesivas de investigadores que están adentrándose en nuevos territorios”, dijo Kenneth Wong, profesor de política educativa en la Universidad de Brown.

Pero el segundo mandato de Trump ha trastocado la relación entre la educación superior y el gobierno federal.

El desmantelamiento de las agencias federales de salud y ciencia por parte de Trump ha llevado a pérdidas generalizadas de empleos y recortes de financiación, incluso en los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), que financian casi US$ 50.000 millones en investigación médica cada año en universidades, hospitales e instituciones científicas.

Entre finales de febrero y principios de abril, el Gobierno canceló casi 700 subvenciones de los NIH por un total de US$ 1.800 millones, según un análisis del Journal of the American Medical Association. El Gobierno de Trump ha propuesto reducir el presupuesto de los NIH en un 40 % para 2026.

La Fundación Nacional de Ciencias (NSF, por sus siglas en inglés) también ha recortado subvenciones por valor de casi US$ 1.400 millones. El miércoles, 16 estados de EE.UU. demandaron al Gobierno de Trump por los recortes a la NSF que, según argumentan, obstaculizarán la investigación científica innovadora y pondrán en peligro la seguridad nacional, la economía y la salud pública.

Trump también ha atacado a las universidades de élite y se encuentra en medio de una batalla legal con la Universidad de Harvard por su negativa a ceder a las directivas de su Gobierno de eliminar los programas de diversidad, equidad e inclusión, lo que ha resultado en la congelación de miles de millones de dólares en fondos federales. Esta batalla se intensificó significativamente este mes cuando Trump prohibió a Harvard matricular a estudiantes extranjeros, una decisión que un juez federal detuvo rápidamente horas después de que Harvard presentara una demanda.

Esta semana, la Casa Blanca ordenó a las agencias federales cancelar todos los contratos restantes con Harvard.

“El presidente está más interesado en dar ese dinero de los contribuyentes a escuelas y programas vocacionales y escuelas estatales donde se promueven los valores estadounidenses, pero lo más importante, educar a la próxima generación con base en las habilidades que necesitamos en nuestra economía y nuestra sociedad: aprendizajes, electricistas, plomeros”, dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, en Fox News esta semana.

“Necesitamos más de esos en nuestro país y menos graduados LGBTQ de la Universidad de Harvard”.

Las instituciones extranjeras ya han aprovechado la oportunidad para acoger a estudiantes de Harvard, quienes se encuentran en un limbo legal. El lunes, la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong anunció que aceptará a cualquier estudiante de Harvard que desee transferirse, así como a futuros estudiantes con una oferta vigente de Harvard.

“Considero que esta es la crisis más grave que enfrentan las universidades desde la Segunda Guerra Mundial”, afirmó Wong. “Estamos presenciando un restablecimiento total de la relación de colaboración entre el gobierno federal y las principales instituciones de investigación”.

Estados Unidos, que en su momento fue un referente de la investigación científica, se ha convertido en un lugar cada vez más hostil para estudiar, enseñar e investigar. Tres cuartas partes de los científicos estadounidenses encuestados por la revista Nature en marzo afirmaron estar considerando irse debido a las políticas del Gobierno de Trump.

Algunos ya han abandonado el barco. Los profesores de Yale Jason Stanley, Marci Shore y Timothy Snyder, destacados estudiosos del fascismo, anunciaron en marzo que se marchaban a la Universidad de Toronto, al otro lado de la frontera con Canadá, debido a las afrentas de Trump a la libertad académica.

Beckman, la neurocientífica brasileña, afirmó que cancelaron subvenciones por valor de US$ 2,5 millones para su laboratorio en los últimos meses. Además de estos problemas de financiación, Beckman afirmó que la represión del Gobierno de Trump contra los inmigrantes y el cambio de actitud hacia los extranjeros en Estados Unidos también la han impulsado a buscar trabajo en otros países.

“Es la primera vez desde que me mudé aquí que ya no me siento tan bienvenida”, dijo.

A medida que el ecosistema de investigación estadounidense responde a la reducción de presupuestos y a las intrusiones en la libertad académica, los científicos en sus inicios de carrera serán los más afectados, afirmó Wong. Sin embargo, los investigadores más jóvenes también son más móviles, y las instituciones de todo el mundo los reciben con los brazos abiertos.

“Lo que estamos perdiendo es todo este grupo de investigadores altamente productivos, jóvenes, enérgicos, bien capacitados, conocedores y avanzados que están listos para despegar”, dijo Wong.

Otros países han restado prioridad a la inversión en investigación científica durante mucho tiempo, mientras Estados Unidos absorbía las necesidades mundiales de I+D, afirmó Wong. Pero esa tendencia está cambiando.

El gasto en I+D en China se ha disparado en las últimas décadas, y el país está a punto de reducir la brecha con Estados Unidos. China invirtió más de US$ 780.000 millones en I+D en 2023, según datos de la OCDE. La Unión Europea también está aumentando su inversión en I+D. La inversión en I+D en el bloque ha aumentado de unos US$ 336.000 millones en 2007 a US$ 504.000 millones en 2023, según la OCDE.

Beckman dijo que durante un par de meses consideró alejarse de su investigación sobre el covid-19, que se ha politizado cada vez más bajo el Gobierno de Trump.

Pero luego empezó a conseguir entrevistas en instituciones de otros países.

“En estos momentos, hay interés en la virología en todo el mundo, excepto en Estados Unidos”.

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