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Los monos están secuestrando crías de otra especie en una isla panameña, algo que deja perplejos a los científicos

Por Marlowe Starling, CNN

Al principio, la ecóloga conductual Zoë Goldsborough pensó que la pequeña figura que se veía en la espalda de un mono capuchino en las imágenes de su cámara trampa era un bebé de esa especie. Pero algo parecía extraño, dijo. Al darle un vistazo más de cerca mostró la inesperada coloración de la silueta. Rápidamente envió una captura de pantalla a sus colaboradores de la investigación. Se quedaron perplejos.

“Me di cuenta de que realmente era algo que no habíamos visto antes”, dijo Goldsborough.

Una observación más detallada del video y el cotejo entre los investigadores revelaron que la pequeña figura era en realidad un mono de una especie diferente: un bebé de mono aullador.

“Me sorprendió”, dijo Goldsborough.

Mientras Goldsborough buscaba en el resto de sus imágenes, notó que el mismo mono adulto, un capuchino de cara blanca apodado “Joker” por la cicatriz que tiene en la boca, también llevaba un mono aullador bebé en otros clips. Luego, se dio cuenta de que otros capuchinos machos, conocidos científicamente como Cebus capucinus imitator, (o mono capuchino carablanca) hacían lo mismo. ¿Pero por qué?

Utilizando 15 meses de imágenes de cámaras trampa de su campamento de investigación en la isla Jicarón, una pequeña isla a 55 kilómetros (34 millas) de la costa de Panamá y parte del Parque Nacional Coiba, los colaboradores de Goldsborough del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal, la Universidad de Konstanz y el Instituto Smithsonian de Investigación Tropical, entre otros, estudiaron el extraño comportamiento para tratar de encontrar una respuesta.

Descubrieron que, además de Joker, cuatro monos capuchinos machos casi adultos y juveniles habían secuestrado al menos a 11 crías de monos aulladores entre enero de 2022 y marzo de 2023. Sin hallar pruebas de que los capuchinos se comieran, cuidaran o jugaran con los bebés, los autores del estudio sospechan que el comportamiento de secuestro es una especie de “moda cultural”, y potencialmente un síntoma de las condiciones únicas de los monos en el ecosistema de Jicarón. Los científicos hicieron públicos sus hallazgos iniciales el lunes en la revista Current Biology.

Aun así, quedan muchas interrogantes. Y desentrañar el misterio podría ser crucial, apuntaron los investigadores. La población de aulladores de Jicarón es una subespecie de los monos aulladores de manto (Alouatta palliata coibensis), que está en peligro de extinción, según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), que consiste en una evaluación mundial de la vulnerabilidad de las especies a la extinción. Además, en promedio, las mamás monas aulladoras solo dan a luz una vez cada dos año.

Examinar el caso del secuestrador capuchino “fue como una especie de montaña rusa en la que seguíamos teniendo diferentes interpretaciones, y luego encontrábamos algo que demostraba que lo que habíamos supuesto estaba equivocado”, dijo Goldsborough, autora principal del estudio y estudiante de doctorado en el Instituto Max Planck de Comportamiento Animal y la Universidad de Constanza.

La isla Jicarón no está habitada por seres humanos. Como no hay electricidad y el terreno es rocoso, los científicos tienen que transportar sus equipos y otros materiales a la isla en botes cuando las mareas son favorables, lo que dificulta las observaciones en persona de los inquietos monos capuchinos. Es por eso por lo que usan cámaras trampa: cámaras ocultas que se activan por movimiento, que capturan fotos y videos de los capuchinos que viven en el suelo.

Pero existe una gran limitación en el trabajo de los investigadores: no sabes lo que no puedes ver, y las cámaras trampa no capturan lo que está sucediendo en las copas de los árboles, donde viven los monos aulladores. Por lo tanto, el equipo del estudio no pudo confirmar definitivamente cómo, cuándo o por qué los capuchinos secuestraron a los bebés.

Al principio, los investigadores pensaron que se trataba de un caso raro de adopción, que solo ocurriría esa vez. Se sabe que los monos “adoptan” crías abandonadas de la misma especie o de otras especies. Pero Joker no se preocupaba por los bebés aulladores, simplemente los llevaba en su espalda, sin ningún beneficio claro para él, hasta que finalmente perecieron por no tener acceso a la leche materna.

Es un comportamiento extraño para los primates machos, dijo Pedro Dias, primatólogo
de la Universidad Veracruzana, en México, que estudia a los monos aulladores de manto de México y no participó en la investigación. En primatología, es bastante común encontrar hembras que adoptan o secuestran bebés para luego cuidarlos como un instinto maternal, dijo. Pero en Jicarón, los machos no estaban brindando atención materna.

Cuando la ecóloga conductual Corinna Most leyó por primera vez sobre los secuestros de los monos en Jicarón, sospechó que algo más estaba pasando. “Probablemente se estén comiendo a esos bebés”, dijo Most, profesora asociada adjunta de la Universidad Estatal de Iowa que estudia a los babuinos. Eso fue lo primero que pensó. El secuestro para la depredación no es raro en el mundo animal, añadió Most, que no participó en la investigación. Pero a medida que se informó más sobre las observaciones del equipo, se sorprendió al descubrir que eso tampoco sucedía en este caso.

En cambio, los capuchinos cargaban a cuestas a los bebés aulladores durante días con pocas interacciones: sin jugar, con una agresión mínima y con poco interés. No está claro por qué usarían esa energía para robar a los bebés, dijo el coautor del estudio, Brendan Barrett, ecólogo conductual y asesor de Goldsborough.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que estos capuchinos de las islas evolucionaron en un entorno diferente al de sus parientes continentales, explicó Barrett. Los capuchinos son “agentes destructivos y exploradores del caos”, dijo. Incluso en el continente, destrozan cosas, golpean nidos de avispas, luchan entre sí, acosan a otras especies y hurgan solo para ver qué sucede.

En una isla sin depredadores, “eso hace que sea menos arriesgado hacer cosas estúpidas”, dijo Barrett. Los capuchinos de las islas también pueden dispersarse, ya que no necesitan fuerza numérica para protegerse, lo que les permite explorar.

Con esta relativa seguridad y libertad, los monos capuchinos de Jicarón podrían estar un poco aburridos, propusieron los investigadores.

Resulta que el aburrimiento podría ser un impulsor clave de la innovación, particularmente en las islas, y particularmente entre los individuos más jóvenes de una especie. Esta idea es el foco de la tesis de investigación de Goldsborough sobre los capuchinos de Jicarón y Coiba, las únicas poblaciones de monos en estas áreas que se han observado usando piedras como herramientas para cascar nueces. Al igual que con los secuestros, son solo los machos los que usan herramientas en Jicarón, lo que sigue siendo un misterio para los investigadores.

“Sabemos que la innovación cultural, en varios casos, está ligada a los más jóvenes y no a los mayores”, dijo Dias.

Por ejemplo, las pruebas halladas sobre el comportamiento de lavado de papas en macacos en la isla japonesa de Koshima se observó por primera vez en una hembra joven apodada Imo.

Existen algunas razones posibles para esto, explicó Dias. La adolescencia es una época en la que los primates se vuelven independientes de sus madres, cuando empiezan a buscar comida y a explorar por su cuenta. En esa etapa, los monos tampoco están completamente integrados a la sociedad de su grupo.

La imitación excesiva (una tendencia en los niños a imitar el comportamiento de los demás incluso si no lo entienden) también podría estar en juego, dijo Most.

Esta imitación excesiva no se encuentra en otros animales, enfatizó Most, pero “casi siento que esto es lo que están haciendo estos otros capuchinos”, tal vez como una forma de vincularse socialmente con Joker, observó.

Most dijo que ella ha pensado que la necesidad, más que el tiempo libre, es la madre de la invención en la naturaleza. Pero “este artículo presenta un buen argumento a favor de (la idea de que) a veces los animales que son realmente inteligentes, como los capuchinos, simplemente se aburren”, añadió.

Los seres humanos y otros primates comparten un cierto nivel de inteligencia definido
por el uso de herramientas y otras métricas, pero algunos rasgos compartidos podrían
ser menos deseables, dijo Goldsborough.

“Una de las maneras en que nos diferenciamos de muchos animales es que tenemos
muchos de estos tipos de tradiciones culturales arbitrarias, casi sin ninguna función
específica, que realmente dañan a otros animales”, añadió.

Barret dijo que cuando era niño y vivía en el noreste de Estados Unidos, solía atrapar ranas y luciérnagas en frascos de vidrio mientras exploraba el aire libre. Si bien nunca tuvo la intención de lastimarlos, sabe que eso, generalmente no es agradables para el animal.

Es posible que el comportamiento de secuestro de los capuchinos sea igualmente arbitrario, si no moderadamente entretenido para ellos. Barrett y Goldsborough dijeron que esperan que este nuevo comportamiento desaparezca, al igual que van y vienen las modas entre los seres humanos. O tal vez los monos aulladores se den cuenta de lo que está sucediendo y adapten su comportamiento para proteger mejor a sus bebés, añadió Goldsborough.

“Es como un espejo que se refleja en nosotros mismos”, dijo Barrett, “nosotros aparentemente le hacemos cosas a otras especies que pueden dañarlas, que parecen atroces y que no tienen un propósito real”.

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