Así fue la Presidencia de José “Pepe” Mujica: luces y sombras de cinco años que pasaron a la historia
Análisis de Darío Klein, CNN en Español
La Presidencia de José “Pepe” Mujica (2010-2015) se caracterizó por permanentes sorpresas, salidas de protocolo, declaraciones rimbombantes y transformaciones históricas, pero también fracasos, controversias y cuestionamientos de la oposición.
Su Presidencia revolucionó el ambiente político local e internacional con leyes que ampliaron los derechos individuales: la ley de despenalización del aborto, la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo, la ley de regulación y legalización del cannabis que por primera vez fue producido y comercializado por el propio Estado.
Cuando Europa cerraba sus fronteras a los refugiados de la guerra de Siria y velaba en sus playas a niños que llegaban muertos, Mujica decidió ir a buscar a esos niños y traerlos a Uruguay, en un plan piloto de reasentamiento de familias sirias refugiadas. Cuando el entonces presidente estadounidense Barack Obama le pidió ayuda para recibir expresos de la cárcel de Guantánamo, que quería cerrar, él aceptó recibirlos. También intentó intermediar en el proceso de paz que llevó adelante el gobierno colombiano con la guerrilla de las FARC.
Pero aunque mantuvo siempre altos porcentajes de popularidad, dentro de su país no concitó nunca unanimidades y fue tan amado como odiado; ha sido muy cuestionado por una parte de la ciudadanía y por políticos de la que fue su oposición.
Mirando solo los números, su gobierno fue exitoso a nivel económico y social. Durante su mandato, la economía de Uruguay creció sin interrupciones, “en parte porque supo conservar las líneas de política económica que venían dando resultado”, afirma Mauricio Rabuffetti en el libro “José Mujica: la revolución tranquila”. En 2012 Uruguay recuperó el “grado inversor” que otorgan las calificadoras de riesgo crediticio. “A pesar de las críticas de muchos radicales de izquierda uruguaya que esperaban ver un presidente más reformista, Mujica se mantuvo conservador en el plano económico, firme en el principio de que la economía iba bien y tenía que seguir su curso”, agrega Rabuffetti. Durante su mandato, el salario real creció, y el desempleo y la pobreza bajaron.
Además, en esos años Uruguay avanzó hacia una reforma total de su matriz energética que se volvió 100% sustentable, sumando parques eólicos y energía de biomasa a las ya existentes represas hidroeléctricas.
Sin embargo, el gobierno de José Mujica también cuenta con algunos fracasos, sobre todo vinculados a proyectos frustrados en el área del transporte. A pesar de sus varios intentos y anuncios no consiguió reimpulsar el transporte ferroviario en Uruguay. Tampoco logró concretar su proyecto de construir un puerto oceánico de aguas profundas en el este del país. Y durante su gobierno Uruguay debió cerrar su aerolínea de bandera Pluna, en medio de un escándalo que terminó con su ministro de Economía, Fernando Lorenzo, condenado por abuso de funciones.
Pero, según él mismo ha reconocido, seguramente su mayor frustración haya sido no haber podido transformar la educación uruguaya. Pese a aumentar notoriamente el presupuesto para la educación, no logró concretar una reforma educativa que se planteó el primer día de su gobierno cuando manifestó en su discurso de investidura el 1 de marzo de 2010: “educación, educación, educación y otra vez educación. Los gobernantes deberíamos ser obligados todas las mañanas a llenar planas como en la escuela escribiendo 100 veces ´debo ocuparme de la educación”. Años después, en una entrevista con el programa “Salvados”, en 2014, dijo: “Frente a ciertas reformas de la enseñanza me sentí solo en este país. Fracasé”.
Pero tal vez el mayor legado de Mujica haya sido el impacto de sus discursos internacionales, que se condecían con su forma austera de vivir.
“El hombrecito promedio de nuestras grandes ciudades deambula entre las financieras y el tedio rutinario de las oficinas, a veces atemperadas con aire acondicionado. Siempre sueña con las vacaciones y la libertad. Siempre sueña con concluir las cuentas, hasta que un día el corazón se para, y adiós. Habrá otro soldado cubriendo las fauces del mercado, asegurando la acumulación”, decía Mujica en setiembre de 2013 ante los mandatarios y representantes del mundo reunidos en la Asamblea General de la ONU, en un discurso en el que hizo una fuerte defensa del ambiente, de la vida y de la Tierra. “Me angustia, y de qué manera, el porvenir que no veré y por el que me comprometo. Sí es posible un mundo con una humanidad mejor. Pero tal vez hoy, la primera tarea sea salvar la vida”.
Ese discurso mundial retomó algunos de los puntos que ya había desarrollado en su famosísimo discurso ante la Cumbre ambientalista Río+20: “No venimos al planeta para desarrollarnos solamente, así, en general. Venimos al planeta para ser felices. Porque la vida es corta y se nos va. Y ningún bien vale como la vida y esto es lo elemental”.
“No se trata de plantearnos el volver a la época del hombre de las cavernas, ni de tener un ‘monumento al atraso’. Pero no podemos seguir, indefinidamente, gobernados por el mercado, sino que tenemos que gobernar al mercado. Por ello digo, en mi humilde manera de pensar, que el problema que tenemos es de carácter político. Los viejos pensadores –Epicúreo, Séneca o incluso los Aymaras- definían: ‘pobre no es el que tiene poco sino el que necesita infinitamente mucho, y desea más y más’. Esta es una clave de carácter cultural. (…) Sé que algunas cosas de las que estoy diciendo ‘rechinan’. Pero tenemos que darnos cuenta que la crisis del agua y de la agresión al medio ambiente no es la causa. La causa es el modelo de civilización que hemos montado. Y lo que tenemos que revisar es nuestra forma de vivir”.
De todas las legislaciones aprobadas durante el gobierno de Mujica, fue sin dudas la ley de la marihuana la que más impacto causó. Se trató de una legislación pionera en el mundo, porque consistió en una regulación total por parte del Estado: desde la semilla a la venta. La reglamentación ofreció cuatro aspectos concretos para la obtención del cannabis: el autocultivo, los clubes cannábicos, el cannabis medicinal y el cannabis recreativo producido y comercializado por el Estado a través de algunas farmacias. Se creó un registro encriptado de consumidores, y cada residente en Uruguay debió elegir qué forma de acceso al cannabis prefería. En todos los casos, la cantidad es limitada, para evitar la creación de un mercado negro.
Acompañando la reglamentación, se empezó a emitir una campaña de propaganda alertando sobre las consecuencias negativas del consumo de cannabis y desalentando su uso. El primero de esos avisos terminaba diciendo: “Estos son los riegos que genera el consumo de cannabis. Sin embargo, regular su mercado significa decirle: ‘No al narcotráfico’, ‘no a las bocas de venta’, ‘no al lavado de dinero’, ‘no a la criminalización del usuario’, ‘no a la violencia. Regular es ser responsables. Regulando mejoramos la salud pública, reduciendo los riesgos y daños asociados al consumo”.
Para Mujica lo que él hizo no fue legalizar, sino regular algo que ya existía “delante de nuestras narices, en una esquina, en las puertas de los liceos”.
En una entrevista con CNN en 2014, José Mujica explicó el origen de su iniciativa: “¿Cómo surge? Queridos amigos, cuando se llevan años y años reprimiendo y se tiene 9.000 presos de los cuales 3.000 son presos o por droga o por delitos colindantes con la droga (es decir, rapiña o robo para tener plata para la droga) y aparecen cosas como el ajuste de cuentas uno dice ‘pará, la vía represiva está fracasando estupendamente’. Y como decía Einstein: Si quieres cambiar tienes que buscar otro camino”.
La otra iniciativa que puso a Mujica y a Uruguay en el candelero mundial fue la ley que despenalizó el aborto. Una ley que convirtió a Uruguay en el primer país latinoamericano en permitir un control médico sobre esta práctica que en la mayoría de los países se realizaba clandestinamente.
En Uruguay, los estudios indicaban que se estaban realizando unos 30.000 abortos por año, en un país de poco más de tres millones de habitantes. Pero el gran problema no era ese, sino la muerte de madres durante ese procedimiento ilegal e irregular.
Mujica, quien no pudo tener hijos, siempre afirmó estar filosóficamente en contra del aborto: “¿Quién va a estar a favor del aborto? La cosa es sencilla y es de sentido común. Creo que nadie puede estar a favor del aborto. Es cuestión de principios”, dijo. Pero explicó también por qué, pese a pensar así, estaba a favor de la ley que lo despenalizaba: “Hay un cuadro de mujeres en toda la sociedad que se ve en la amargura de tener que tomar esa decisión contra viento y marea. Porque la familia no la entiende, por soledad, por avatares de la vida. Y ese mundo vive en la clandestinidad. Y a esa mujer la explotan y se juega la vida (…). Reconocer la existencia de ese hecho, ponerlo arriba de la mesa legalizándolo, nos da la oportunidad de poder obrar persuasivamente sobre la decisión de esas mujeres, y si hay una cuestión económica, una cuestión de soledad, una cuestión de angustia, los hechos demuestran que muchas mujeres retroceden y se pueden salvar más vidas. Lo otro es dejarlas aisladas en el medio de su drama. Es hipócrita. Tenemos que hacernos cargo”.
En un país donde la salud es un derecho público, se dio la peculiaridad de que los abortos en Uruguay son realizados por el propio sistema de salud estatal. Sin embargo, también en esta ley Uruguay se diferenció del resto del mundo. La reglamentación uruguaya tiene una peculiaridad: la mujer que quiera abortar legalmente está obligada a presentarse ante un panel compuesto por un médico, un psicólogo y un asistente social, quienes le dan a conocer que además de la interrupción del embarazo hay otras alternativas, como dar el bebé en adopción. Luego, la mujer tiene un plazo de cinco días para reflexionar y dar una respuesta al mismo panel.
Durante su gobierno, Mujica también decidió igualar los derechos matrimoniales de las parejas homosexuales a las de las heterosexuales. El proyecto de ley fue presentado en 2011 por un grupo de activistas y sancionada por Mujica 18 meses después, tras el tratamiento y aprobación en el Congreso.
Una de las novedades de esta ley es que permitió que cualquier pareja –homosexual o heterosexual- elija el orden de los apellidos de sus hijos. Así, esto igualó también en derechos a mujeres y hombres en cuanto a la elección del apellido de los niños.
¿A qué donó la casi totalidad de su salario este presidente calificado por la prensa internacional como “el más pobre del mundo”?
Cerca de un 20% lo entregaba a su grupo político (el Movimiento de Participación Popular) para ayudar a financiarlo, al igual que los demás funcionarios de ese sector. Pero la mayor parte del dinero lo entregaba a dos obras que para él eran importantes: el llamado Plan Juntos y la escuela agraria que está ubicada frente a la casa en la que vivió durante más de 40 años.
Esa escuela agraria, que funciona dentro de la red estatal de escuelas secundarias, se instaló dentro de un enorme galpón reciclado, en los terrenos de su chacra y se financió en gran medida con su dinero.
Pero la mayor parte del dinero de su salario de presidente (de unos 150.000 dólares anuales), Mujica la donó al que denominó “Plan Juntos”. Se trataba de una iniciativa para construir viviendas para los más pobres de la sociedad. A ese plan le entregó más de 400.000 dólares. Pero él siempre pretendió que ese plan fuera algo más que suyo. Su principal objetivo, dijo, era servir de ejemplo para que sus propios compatriotas se sumaran con sus propias donaciones. Mujica pretendía que el Plan Juntos se financiara con el dinero donado por otros miles de uruguayos. Más que construir casas, él siempre planteó que lo que más le interesaba era el sistema comunitario para construirlas, que fueran las propias familias las que construyeran sus viviendas con la ayuda de voluntarios o de funcionarios del Estado. Años después confesó que no logró ese propósito.
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