El llamado de un alto el fuego en Ucrania busca obligar a Putin a revelarle sus objetivos bélicos a Trump
Análisis por Nick Paton Walsh, CNN
Es una propuesta que el Kremlin no puede rechazar ni aceptar, pero que podría obligarlo a tomar una decisión incómoda, y así revelar el verdadero apetito del presidente de Rusia, Vladimir Putin, por su guerra brutal.
Los líderes europeos se han preguntado si las conversaciones de paz sobre Ucrania podrán conducir a algún resultado significativo, como obligar a Moscú a una pausa en la violencia precisamente cuando parece que busca intensificar los ataques en los próximos meses de verano.
También le da al ejército más grande de Europa, Ucrania, poco más de 30 horas para preparar a sus fuerzas en el frente para un mes de paz tensa, y luego, con suerte, semanas de negociaciones serias, en las que se decidirán las fronteras de su país.
En última instancia, Ucrania, Francia, el Reino Unido, Alemania y Polonia no tenían muchas opciones: la pérdida de paciencia, muy pública, del Gobierno de Trump —a veces con Moscú, pero también, menos justificadamente, con Kyiv— conllevaba el riesgo de que la Casa Blanca simplemente “pasara página”. Esto podría hacer que Estados Unidos retire su ayuda a Ucrania, junto con sus intentos de lograr una solución pacífica, lo que podría ser un desastre para la seguridad europea.
La enorme y evidente maniobra diplomática de la semana pasada por parte del presidente de Francia, Emmanuel Macron, el primer ministro británico, Keir Starmer, y, por supuesto, el propio presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, ha obligado a la Casa Blanca a respaldar una propuesta europea para recuperar el control del desenlace de la mayor guerra en el continente desde la década de 1940.
De hecho, Europa está imponiéndole a Rusia una propuesta inicialmente presentada por Estados Unidos y Ucrania: el alto el fuego incondicional de 30 días ofrecido tras una reunión bilateral en Arabia Saudita hace casi dos meses. Pero también están obligando a la Casa Blanca a esforzarse más, supervisar la tregua y luego respaldar duras consecuencias —Macron las calificó de “sanciones generalizadas”— si la iniciativa fracasa.
Ahora, la respuesta anterior del Kremlin de “tenemos que hablar de los matices” no es suficiente. Necesita aceptar, cuestionar o rechazar la propuesta. Es probable que, como hemos visto en el pasado, idee una respuesta compleja y amañada.
Rusia podría aceptar la pausa, pero luego orquestar un repunte de la violencia que pueda acusar a los ucranianos de haberlo iniciado. O cuestionar ciertos elementos de la propuesta —por ejemplo, contraatacar únicamente a las fuerzas ucranianas dentro de las regiones rusas de Kursk o Belgorod—, lo que haría que la Casa Blanca dudar sobre la adhesión parcial del Kremlin a la tregua. Moscú podría optar por ignorar por completo la propuesta y usar su carta mágica de una llamada telefónica entre Trump y Putin para reorganizar las cartas, tras haber recibido una mano difícil.
Este es el momento diplomático más crítico de la guerra, quizás la declaración de conflicto más importante hasta la fecha, y sin duda las 36 horas más importantes desde que Putin se enfrentó a una rebelión de su principal asesor, Yevgeny Prigozhin, en junio de 2023. El tiempo es un problema serio: algo que debe durar 30 días debe construirse en 30 horas.
Ucrania y sus aliados aún tienen grandes interrogantes sobre cómo entrará en vigor este alto el fuego. ¿Puede Kyiv ordenar a sus fuerzas que no contraataquen en defensa propia? Si Estados Unidos va a supervisar la tregua, como sugirió Macron, ¿cuenta con la capacidad, en cantidad y calidad adecuadas, para controlar cientos de kilómetros de frentes violentos? Evidencias precisas de las infracciones de Moscú serán clave para ayudar a Ucrania y Europa a responder a la inevitable ola de desinformación y recriminaciones rusas que podría acompañar a una tregua.
El costo para Kyiv y para Europa el próximo mes podría ser significativo. Ucrania podría perder terreno si sus tropas suavizan su respuesta a los ataques rusos durante un alto el fuego. La Casa Blanca podría salirse del proceso y volver a oscilar hacia una postura donde considere que Zelensky es el problema. La unidad de Europa —que se ha mostrado notablemente hoy en Kyiv y cuenta con el respaldo de más de una docena de países, desde Nueva Zelandia hasta Canadá— solo puede empeorar desde su punto máximo actual, especialmente si el apoyo estadounidense a Ucrania disminuye.
Pero el costo de no hacer nada, como ocurrió en la Europa de la década de 1930, será mayor. Que Trump pierda la paciencia con el que quizás es el tema más complejo de su agenda probablemente sea más perjudicial para Kyiv que para Moscú. Que Putin tenga dos meses más para atacar las líneas del frente en Kyiv dejaría a Zelensky frente a otro invierno terrible.
Ucrania y sus aliados europeos buscan, con esta propuesta, claridad sobre si Putin desea algún tipo de paz. El camino que han elegido para llegar a ella es en sí mismo confuso y está profundamente plagado de baches debido a las manipulaciones de Putin.
Al escuchar a los jefes de los cinco ejércitos más grandes de Europa este sábado en Kyiv, parecía que la mayoría ya estaba seguro de que Putin no quiere la paz y que no la contemplará ni siguiera un mes. Estos cinco líderes se enfrentan a unas semanas difíciles para demostrarlo y, tras eso, a la complicada tarea de persuadir a Trump de que debe adoptar una postura aún más dura con Rusia que su predecesor, Joe Biden.
El camino que los líderes europeos parecen prever es el de un agravamiento de la guerra: Putin violará el alto el fuego, a cambio recibirá “sanciones masivas” y Europa deberá intensificar su apoyo militar a Ucrania. No parecen creer que el Kremlin quiera que la guerra cese. Las próximas semanas están diseñadas, al parecer, para un futuro en el que deberán demostrarle a Trump que está siendo engañado y arrastrar a la Casa Blanca de forma permanente e irrefutable a su bando.
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