Primero Canadá, ¿ahora Australia? Los conservadores temen que el efecto caída de Trump se esté extendiendo
Por Hilary Whiteman y Angus Watson, CNN
El hombre que aspira a convertirse en el próximo primer ministro de Australia ha pasado semanas tratando de distanciarse de las comparaciones que se le han hecho con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
“Soy yo mismo, diferente”, insistió el líder del opositor Partido Liberal, Peter Dutton, cuando se le preguntó su opinión sobre el apodo “Temu Trump”, que le dieron sus críticos, refiriéndose al sitio web chino con reputación de vender copias baratas.
Los analistas políticos dicen que las comparaciones con Trump han mermado cualquier ventaja que Dutton tenía sobre el actual primer ministro de centroizquierda del Partido Laboralista, Anthony Albanese, quien encabeza las encuestas de opinión antes de las elecciones del sábado.
Dutton, exoficial de policía, se convirtió en líder de la oposición después de que el Partido Liberal de centroderecha perdiera el poder de manera aplastante hace tres años. Dutton, un exministro de Defensa, Asuntos Internos e Inmigración, trajo consigo una reputación de hombre fuerte inflexible de la facción de derecha del partido.
Ha sido acusado de avivar las guerras culturales, afirma que Australia acoge a demasiados migrantes y hace días calificó a la emisora pública del país de “ser un medio de odio”.
“Sus aptitudes son las de un populista de derecha. No tengo ninguna duda de eso, por lo que se parecen al tipo de política y retórica que hemos asociado con Trump”, dijo Frank Bongiorno, profesor de Historia en la Universidad Nacional de Australia.
La estrategia “trumpiana” parece haber sido alentada por altos miembros del partido y por la mujer más rica de Australia, la magnate de la minería Gina Rinehart, quien asistió a la toma de posesión del presidente de EE. UU. y respalda su mantra de “drill baby drill” (“a perforar, a perforar”), según informes de 2024.
Pero lo que sonaba como una postura que ayudaba a ganar votos se echó a perder cuando el presidente de Estados Unidos anunció aranceles globales, convirtiendo el posible impulso por inclinarse hacia el estilo de Trump en una caída aparatosa por hacerlo, algo que los conservadores de Canadá también sufrieron esta semana cuando no lograron ganar las elecciones nacionales.
Dutton también se enfrenta a la posible ignominia de perder su propio escaño en el Parlamento, como le ocurrió al líder del Partido Conservador canadiense, Pierre Poilievre. Dutton todavía mantiene el escaño de Dickson, una circunscripción en los suburbios de extrarradio de Brisbane, por solo el 1,7 %, y sus rivales están acercándose.
Australia está viendo “una versión diluida” de la tendencia de Canadá, según Marija Taflaga, directora del Centro para el Estudio de la Política Australiana de la Universidad Nacional de Australia.
“Trump esencialmente ha fomentado el apoyo en torno al efecto bandera”, dijo. “En democracias progresistas como Australia y Canadá, (él) ha sacado al titular de una posición desventajosa… a una posición ventajosa”, agregó.
“Mas vale malo conocido…”.
El intento más descarado por atraer a las personas afines al estilo de Trump proviene del multimillonario minero Clive Palmer, famoso por su deseo de construir el Titanic II, quien lanzó el partido inspirado en Trump, “the Trumpet of Patriots” (Trompeta de Patriotas), prometiendo “poner fin al duopolio bipartidista y hacer grande a Australia”.
En su mayor parte, las elecciones australianas son una competencia entre el Partido Liberal de Dutton y el Partido Laborista de Albanese. El voto obligatorio y un sistema de preferencias que redistribuye los votos emitidos para los candidatos que quedan fuera de la contienda, significa que ambos partidos se enfocan en asegurar que exista el máximo punto medio posible.
El principal tema de estas elecciones ha sido la crisis del costo de la vida, y los dos partidos principales han prometido ayudar a reducir las facturas y cuentas de los hogares australianos con una serie de recortes de impuestos y ayudas.
En un programa que recuerda las primeras acciones de Trump desde que regresó a la Casa Blanca, Dutton prometió recortes de 41.000 puestos de trabajo federales, el fin de los privilegios del trabajo desde casa y una revisión de las agendas escolares “woke”. Ha tenido que echar hacia atrás algunas promesas.
También nombró a una ministra de la oposición para la eficiencia del Gobierno, quien dijo en un mitin reciente que el Partido Liberal “haría que Australia volviera a ser grande”, un comentario que ella más tarde dijo que no se había dado cuenta que había hecho.
En enero, el líder del Partido Liberal estaba en camino a la victoria, según Simon Jackman, profesor honorario de la Universidad de Sidney y exdirector ejecutivo del Centro de Estudios de Estados Unidos de esa universidad.
“Luego llega Donald Trump… y la elección simplemente dio un giro”, añadió Jackman.
Los australianos tienen un ávido interés en la política de EE.UU., por lo que estaban observando cuando las grandes compañías farmacéuticas estadounidenses se quejaban de que el programa de subsidios del Gobierno australiano estaba infravalorando los medicamentos de EE.UU.; cuando el asesor comercial de EE.UU., Peter Navarro, advertía que las exportaciones australianas de aluminio estaban “matando” el mercado de aluminio de EE.UU.; y cuando el senador demócrata Mark Warner exigía saber por qué Australia, “un socio de seguridad nacional increíblemente importante”, había sido “golpeada” con aranceles del 10%.
Pero fue la venta en los mercados de valores internacionales, después de la imposición de los aranceles, lo que realmente les llamó la atención, y los votantes mayores vieron con horror cómo sus ahorros para la jubilación se desplomaban, dijo Jackman.
“La narrativa pasó de mirar hacia atrás el desempeño económico del Partido Laborista a mirar hacia adelante y (decir): ‘Oh, Dios mío, el mundo es muy diferente, peligroso e inseguro, y nuestro aliado más cercano y socio estratégico está diciendo todas estas cosas horribles sobre nosotros. Pensé que le caíamos bien a los estadounidenses. ¿Qué está pasando?’”, dijo Jackman.
La reacción adversa hacia las medidas de Trump presentó un problema para Dutton. Así que, a mediados de abril, cuando durante un debate de líderes, el moderador le preguntó si confiaba en el presidente de Estados Unidos, Dutton pareció dispuesto a poner cierta distancia entre ellos. “No conozco a Donald Trump; nunca lo he conocido”, dijo.
Durante las últimas elecciones de 2022, China fue vista como el mayor problema.
Las relaciones se habían visto afectadas bajo el anterior líder del Partido Liberal, Scott Morrison, que encabezó un Gobierno de coalición con el Partido Nacional y sugirió que se investigara a China por su papel en la propagación de la pandemia de covid-19.
En respuesta, China impuso aranceles a las principales exportaciones australianas. Mientras que el Partido Laborista promocionaba su deseo de mejorar las relaciones, el Partido Liberal habló de la amenaza militar de China y posteriormente perdió los votos de los chino-australianos.
Por lo tanto, estas elecciones, a pesar de la circunnavegación sin precedentes de Australia por parte de buques de guerra chinos en febrero y marzo, con simulacros no anunciados con fuego real, la discusión sobre la amenaza de China a la seguridad nacional de Australia ha sido relativamente moderada.
“Curiosamente, Trump probablemente es visto como una amenaza mayor para el orden global que China”, dijo Jackman.
La imprevisibilidad, el enfoque transaccional de los asuntos exteriores y la disposición a romper los acuerdos pasados del presidente de EE. UU. han centrado la atención en si Australia puede confiar en EE. UU. durante la presidencia de Trump.
Los críticos de AUKUS, el acuerdo clave de seguridad entre Australia, Estados Unidos y el Reino Unido, han citado el comportamiento reciente del presidente como prueba de que es demasiado peligroso tercerizar la seguridad nacional del país.
“Donald Trump es un demagogo peligroso y es una amenaza para la paz, una amenaza para la democracia y también es una amenaza para Australia”, dijo Adam Bandt, líder de Greens (partido ambientalista), el tercer partido más grande de Australia, que está presionando para que se construyan más viviendas, se dé apoyo a los inquilinos y que se tome una acción climática más fuerte.
Tanto Albanese como Dutton firmaron el AUKUS y han defendido el acuerdo de defensa.
Si bien las encuestas sugieren que Albanese ganará las elecciones, no está claro si obtendrá suficientes votos para tener una mayoría durante su gobierno, y los analistas dicen que es posible que tenga que formar un gobierno minoritario y crear alianzas con partidos más pequeños o independientes.
Este año, por primera vez, los votantes milénicos y de la generación Z superarán en número a los de mayor edad, y se espera que emitan un voto más progresista y antisistema que le podría costar escaños a los laboristas.
“Los jóvenes inquilinos que ganan más que sus padres, pero que no pueden permitirse comprar la casa en la que crecieron, tienen pocas razones para preservar el orden político existente y parecen estar felices de probar suerte con un gobierno minoritario”, le dijo Shaun Ratcliff, politólogo de la firma de investigación Accent Research, al National Press Club la semana pasada.
Bongiorno, de la Universidad Nacional de Australia, dice que, si Dutton pierde, no puede culpar por completo a Trump por su derrota. Y añadió que la campaña del Partido Liberal estaba mal preparada y dependía de que los votantes estuvieran lo suficientemente enojados con el Partido Laboralista como para que quisieran un cambio.
“No ha sido un gobierno desastroso, y creo que probablemente fue un error que la coalición pensara que simplemente podía esperar y ver cómo caía”, dijo Bongiorno.
En cuanto al desafío de Dutton en Dickson, el escaño que ha ocupado durante más de 20 años, Bongiorno dijo que la demografía del área parece estar cambiando, y eso puede dirigir votos hacia Ali France, del Partido Laborista, o la independiente progresista Ellie Smith. —“Supongo que se quedará con su escaño” —dijo Bongiorno—.
Después de haberse observado una participación récord en los centros de votación anticipada, se espera que hasta el último de los 18 millones de votantes inscritos acuda a las urnas el sábado.
Jackman dijo que no tenía la sensación de que la gente estuviera votando con “entusiasmo” para destituir al gobierno, como lo hicieron hace tres años para derrocar a Morrison.
“A veces da la impresión de que piensan: ‘Oh, estamos deseosos de deshacernos de este gobierno’”, dijo Jackman. “Pero no me da la misma vibra esta vez”, agregó. “Supongo que más bien se trata de que la gente quiere que esto se acabe de una vez por todas”.
“Sabíamos que Trump versión 2 iba a ser diferente”, dijo. “No creo que nadie contase con lo diferente que iba a ser”.
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