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Cómo afrontó el papa León XIV años de denuncias de abusos en una poderosa sociedad católica de Perú

Por Stefano Pozzebon, Christopher Lamb, Caitlin Stephen Hu y David von Blohn, CNN

Como misionero y obispo en Perú, el ahora papa León XIV se enfrentó a uno de los escándalos más graves y de mayor alcance de la Iglesia en América Latina.

Durante años, hubo acusaciones de abusos en el seno de la influyente sociedad católica Sodalicio de Vida Cristiana (SCV), que tenía profundos vínculos con los poderosos y ricos de Perú.

El escándalo llegó a su punto álgido en 2015, el año después de que León XIV, entonces conocido como Robert Prevost, fuera nombrado obispo en la ciudad norteña de Chiclayo. Un libro escrito por una de las víctimas, Pedro Salinas, con la periodista Paola Ugaz, “Mitad monjes, mitad soldados”, describía con crudo detalle supuestas palizas, humillaciones y agresiones sexuales de 30 víctimas anónimas que enardecieron al país.

Varios sobrevivientes en Perú, Ugaz y una fuente del Vaticano estrechamente involucrada en el caso dijeron a CNN que la eventual intervención de León XIV —después de una reunión clave en 2019 y una promoción crucial en Roma— fue lo que finalmente impulsó a la Iglesia a tomar medidas drásticas.

Cuando Oscar Osterling se unió formalmente al SCV en 1992, recibió instrucciones de no contarles a sus padres sobre su juramento de lealtad, un secreto que atrajo al entonces adolescente. Pasó más de dos décadas en el SCV y no se separó de él hasta pasados los 30, cuando empezaron a salir a la luz las primeras acusaciones.

Fundado en 1971 en Perú como un grupo laico, el Sodalicio tenía una motivación política: luchar contra el auge de la teología de la liberación en América Latina, un movimiento radical que comenzó en la década de 1960 y se centraba en apoyar a los pobres. La sociedad controlaba varias comunidades y dirigía escuelas religiosas en el sur del país; sus miembros y alumnos procedían en su mayoría de la élite peruana.

En un momento dado, el SCV llegó a tener 20.000 miembros en toda Sudamérica y parte de Estados Unidos, y a desarrollar fuertes vínculos con Denver y Colorado, incluidas relaciones con medios de comunicación católicos conservadores.

Las víctimas denunciaron los abusos del fundador Luis Fernando Figari a la arquidiócesis de Lima, la capital de Perú, en 2011, y posiblemente antes. Figari siempre ha mantenido su inocencia y su abogado dijo a CNN en enero que no ha sido condenado en un tribunal por las acusaciones.

Pero al escuchar los relatos de los demás, Osterling dice que se dio cuenta de lo extraño de su propia experiencia; afirma que Figari lo filmaba a él y a otros jóvenes conversos de pie en calzoncillos en medio de la noche durante un retiro espiritual.

“En mi caso no llegó a ser una agresión sexual”, afirma. Ahora cree que a él y a su grupo los estaban preparando.

Otra presunta víctima dijo a CNN que fue violado por Figari al menos tres veces en la década de 1970, cuando cumplió 17 años. Era “la única forma de ver correctamente su aura”, recuerda que le dijo el hombre mayor.

Aunque docenas de jóvenes peruanos han denunciado haber sido víctimas de acoso por parte de Figari y otros altos cargos de la SVC, el tema sigue siendo tabú en el ultracatólico Perú, y sólo unos pocos han decidido hacer públicos los detalles de sus denuncias.

Prevost, que vivió en Perú como misionero en las décadas de 1980 y 1990, habría oído hablar de estos relatos mientras ejercía como obispo de Chiclayo a partir de 2014, especialmente tras la publicación del libro bomba de Ugaz y Salinas.

Ugaz y Salinas también acusaron a José Antonio Eguren, arzobispo de la diócesis costera de Piura —donde Prevost trabajó como joven sacerdote y que es vecina de la diócesis de Chiclayo— de proteger al SCV a pesar de conocer los supuestos abusos cometidos en su seno.

Eguren se defendió con una demanda por difamación en la que afirmó que esto era falso y que dañaba su honor y reputación, aunque más tarde retiró el caso.

Según Ugaz, que se ha enfrentado a una larga campaña de acciones legales y amenazas de muerte en torno a su información sobre el caso del Sodalicio, recibió un mensaje de solidaridad durante este tiempo de Prevost y otros dos obispos.

En 2017, una investigación ordenada por el SCV reveló acusaciones sorprendentes. El grupo, que ya había iniciado una serie de acciones disciplinarias internas, descubrió que Figari sodomizaba a sus reclutas y las obligaba a acariciarse entre ellas y a él. Le gustaba verles “experimentar dolor, incomodidad y miedo”, y les humillaba delante de otros para aumentar su control sobre ellos, según el informe.

Al año siguiente, más de una docena de presuntas víctimas del SCV de Perú, Brasil, Colombia y Costa Rica se reunieron con cinco prelados de alto rango en la Conferencia Episcopal Peruana de Lima. Prevost fue uno de los organizadores de la reunión; según Ugaz, actuó como “puente” entre las víctimas y el SCV y ayudó a conseguir acuerdos económicos.

Renzo Orbegozo, otra presunta víctima del SCV, llevaba semanas intentando reunirse con las autoridades eclesiásticas, pero no consiguió nada con Prevost, según dijo a CNN. Al tratar de superar el estancamiento, Orbegozo empezó a enviar correos electrónicos a Prevost y a otro funcionario, el representante del Vaticano en Perú.

Cuando por fin se celebró la reunión, recuerda Orbegozo, “Prevost me reconoció inmediatamente: ‘¡Eres el tipo del correo electrónico!’, me dijo. Quería saberlo todo sobre nuestra correspondencia… y mostró verdadera empatía”, dijo Orbegozo.

Osterling y Ugaz recuerdan que los obispos con los que se reunieron acordaron escribir una carta al Vaticano, presionando para que se investigaran los presuntos delitos y pidiendo la implicación personal del entonces papa Francisco. Pero altos cargos de la Iglesia se negaron a impulsar el caso.

“Recuerdo muy bien esa reunión”, dijo Orbegozo, que ahora vive en Texas, a CNN. “Entonces teníamos la sensación de que nadie nos escuchaba”.

Ugaz, que conoció a Prevost en 2018 y siguió en contacto con él, dijo que el estancamiento del resultado de la reunión causó a Prevost “una gran frustración”, aunque añadió que “su carácter no es de los que queman la casa. Aceptó lo que había pasado, dejó clara su frustración”.

Aunque en un principio aquella reunión no pareció conducir a gran cosa, Orbegozo y Osterling creen que fue la primera grieta en un muro destinado a desmoronarse.

“(Prevost) sabía —sabía muchas cosas—, pero no podía actuar porque tenía gente por encima. Tanto es así que, en cuanto pudo, lo hizo: cuando le nombraron prefecto”, dice Osterling.

Todo pareció acelerarse a principios de 2023, cuando Prevost fue nombrado prefecto del influyente Dicasterio de Obispos, un cargo que de repente lo catapultó a una posición mucho más poderosa que la del arzobispo de al lado, en Piura.

El cargo le otorgó un papel crucial en los nombramientos y la supervisión de obispos, manteniendo reuniones periódicas con otros cardenales y con el papa Francisco para discutir las nominaciones episcopales.

Es difícil decir exactamente qué ocurrió en los pasillos del Vaticano después de que Prevost se trasladara a Roma. Pero al año siguiente, dos investigadores de alto nivel del Vaticano fueron finalmente enviados a Lima para establecer lo que había sucedido dentro del SCV: una investigación que condujo a la expulsión de 14 miembros de la sociedad, incluido Figari.

El arzobispo Eguren también dimitió en abril de 2024 a la edad de 67 años —varios años antes de la edad normal de jubilación de 75 años— sin especificar los motivos.

Una fuente cercana a la investigación vaticana dijo a CNN que el ahora papa León XIV desempeñó un papel crucial en la destitución de Eguren. “Como prefecto del Dicasterio, (Prevost) fue muy eficiente a la hora de evaluar las pruebas y obtener la renuncia del arzobispo Eguren”, explicó a CNN una fuente cercana a la investigación.

Eguren ha negado la implicación de Prevost en su dimisión, al subrayar que ofreció su renuncia directamente al papa Francisco. Tras dimitir, el arzobispo también dijo en un comunicado que rechazaba las acusaciones de Ugaz y Salinas, y que había “tratado de cumplir la misión que se me encomendó con justicia, honestidad y fidelidad a las enseñanzas de la Iglesia, con especial preocupación por el bienestar de los más pobres y necesitados”.

Otro miembro expulsado fue Alejandro Bermúdez, fundador de la Agencia Católica de Noticias, con sede en Denver, a quien la investigación vaticana consideró autor de “abusos en el ejercicio del apostolado del periodismo”.

Bermúdez, conocido por su estilo combativo en las redes sociales, respondió que le echaron simplemente por “decir la verdad”. Más recientemente, trabajó como contratista con “Catholic Vote”, una organización que buscaba reforzar el apoyo al presidente estadounidense Donald Trump en las elecciones de 2024. (El presidente del grupo, Brian Burch, es el elegido por el presidente Trump para ser el próximo embajador de Estados Unidos ante la Santa Sede).

El Sodalicio seguía contando con poderosos partidarios. Tras la noticia de las expulsiones, la arquidiócesis de Denver se declaró “conmocionada y entristecida”, mientras que un asesor de un exarzobispo de Denver escribió que “algo va profundamente mal” con el “último trato de Roma al SCV (Sodalicio)”.

Sin embargo, a principios de 2025, el papa Francisco fue aún más lejos, dando el rarísimo paso de suprimir la sociedad por completo.

La medida se decretó formalmente el 14 de abril, justo una semana antes de la muerte de Francisco. Después, el SCV emitió un comunicado en el que pedía “perdón a toda la Iglesia y a la sociedad por el dolor causado” y “perdón por los maltratos y abusos cometidos dentro de nuestra comunidad”.

Prevost ha sido acusado de gestionar mal las denuncias de abusos en otros dos casos, en Chicago y en Chiclayo, Perú. Pero en el caso del SCV, Ugaz dice estar segura de que Prevost “tomó medidas” para ayudar a garantizar la disolución del Sodalicio. Ella y Salinas se reunieron con él en el Vaticano en octubre de 2024, y dice que él organizó su encuentro con el papa Francisco dos meses después.

Después de años de lucha para ser escuchado, Osterling dice que nunca perdió su fe católica pero que la eventual ofensiva de Francisco la revigorizó.

“Lo que estamos hablando aquí es sólo el último capítulo. Ahora tengo esperanza por lo que ha pasado en los últimos dos años. Si hubiéramos tenido esta conversación hace dos años, te habría dicho que no tenía esperanza en la Iglesia. Ahora, es diferente”, dijo a CNN.

Como sucesor de Francisco, el papa León XIV parece haber dejado pocas dudas sobre su postura respecto al fin de la SCV. Pocos días después de su elección, León fue fotografiado saludando a Ugaz con una amplia sonrisa, mientras ella le entregaba una caja de bombones y una bufanda peruana del país al que llamó hogar durante años.

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