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Cómo la Casa Blanca orquestó la emboscada de Trump al presidente de Sudáfrica en la Oficina Oval

Por Kevin Liptak y Kristen Holmes, CNN

Momentos previos a que el presidente de EE.UU., Donald Trump, escoltara a su homólogo de Sudáfrica a la Oficina Oval este miércoles se pudo ver a los asistentes de la Casa Blanca llevando dos televisores de pantalla gigante por la entrada hasta el Ala Oeste.

Poco podría haber preparado al presidente Cyril Ramaphosa para lo que estaba a punto de ver.

Trump ordenó que se bajaran las luces y lanzó lo que equivalía a una emboscada a su visitante, proyectando un video que, según él, era evidencia de su falsa sugerencia de que los sudafricanos blancos están siendo sometidos a persecución y “genocidio”.

Un sorprendido Ramaphosa, que acababa de intercambiar bromas con Trump sobre golf, observaba en silencio. Un diplomático experimentado que una vez sirvió como jefe negociador de Nelson Mandela durante las conversaciones para poner fin al Gobierno de la minoría blanca, Ramaphosa apenas pudo disimular su incomodidad.

El momento fue orquestado, pues el equipo de Trump también imprimió artículos para que los mostrara frente a las cámaras, los cuales, de acuerdo con él, respaldaban sus afirmaciones de “genocidio” blanco.

Quizás era inevitable que Trump usara la reunión para promover las afirmaciones marginales —que ha amplificado durante meses— de que los agricultores blancos en Sudáfrica están viendo sus tierras confiscadas y están muriendo en grandes cantidades. La semana pasada, 59 sudafricanos blancos llegaron a Estados Unidos después de recibir el estatus de refugiados por parte de la Casa Blanca.

Desde que asumió el cargo en enero, Trump ha mostrado poca vacilación en convertir sus reuniones en momentos de hostilidad pública. Sin embargo, la sorpresa multimedia superó cualquier cosa que haya organizado previamente en la Oficina Oval. Incluso su enfrentamiento con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, en febrero, que a algunos críticos les pareció una trampa premeditada, no incluyó ayudas visuales.

Un funcionario de la Casa Blanca dijo que Trump estaba usando el evento de este miércoles para arrojar luz sobre un tema que la administración cree que “los medios de comunicación habían ignorado”. CNN ha investigado las acusaciones de “genocidio” blanco en Sudáfrica y no ha encontrado pruebas que las respalden.

No obstante, Trump afirmó haber escuchado a “miles” de personas hablar sobre el tema. Y a pesar de los serenos intentos de Ramaphosa por describir la situación de su país y desmentir las acusaciones de Trump, este se mostró impasible.

“Muerte, muerte, muerte, horrible muerte”, murmuró, hojeando las páginas de los artículos impresos.

Como era evidente mientras se desarrollaba la escena, Trump y su equipo habían hecho una planificación extensa de antemano para intentar respaldar las afirmaciones infundadas de persecución blanca. Los asistentes dijeron que anticiparon que el tema estaría en el centro de la reunión en la Oficina Oval y tomaron nota cuando Ramaphosa dijo, antes de viajar a Washington, que esperaba desmentir las opiniones erróneas de Trump.

Eso ayudó a inspirar el plan de la Casa Blanca de acudir a las conversaciones armados con materiales y reproducir el video, que mostraba al político opositor Julius Malema haciendo llamamientos a la violencia contra los agricultores blancos.

Poco después de que el video terminara de reproducirse, la Casa Blanca publicó una copia en sus cuentas oficiales de redes sociales. Los artículos que Trump agitó durante la sesión fueron compartidos sistemáticamente en línea por sus asistentes.

Los aliados de Trump aplaudieron la confrontación en línea, viéndola como otro ejemplo del presidente responsabilizando a los líderes mundiales.

La distribución organizada del material sugería el interés de Trump y su equipo por aprovechar la reunión para promover su narrativa de persecución, incluso cuando Ramaphosa esperaba discutir sobre comercio y otros temas geopolíticos.

Ninguna adulación ni evasiva por parte del líder sudafricano, ya sea invitando a dos golfistas profesionales a unirse a su delegación o felicitando a Trump por la redecoración dorada de su Oficina Oval, fue suficiente para evitar la sorpresa que esperaba.

“Lo que vieron en los discursos no es política gubernamental. En Sudáfrica tenemos una democracia multipartidista que permite que la gente se exprese”, dijo Ramaphosa después del video. “Nuestra política gubernamental es completamente contraria a lo que él decía”.

La fijación de Trump en el supuesto maltrato de los sudafricanos blancos no es una obsesión nueva; en varios momentos de su primer mandato mencionó su deseo de ayudar a los agricultores blancos desplazados de sus tierras. Sin embargo, sus denuncias públicas de opresión y “genocidio” se han intensificado significativamente en los primeros meses de su segundo mandato.

La Casa Blanca ha acelerado la tramitación de los refugiados afrikáneres, al tiempo que ha suspendido las solicitudes de refugio de otras nacionalidades. Y, a principios de este año, Estados Unidos congeló la ayuda al país y expulsó a su embajador.

En muchos sentidos, la crítica de Trump a las leyes de Sudáfrica —destinadas a reparar después del apartheid— se alinea con sus esfuerzos por erradicar las iniciativas de diversidad en Estados Unidos, que —como algunas de las leyes sudafricanas que él resiente— están destinadas a corregir disparidades raciales históricas.

Sus puntos de vista han sido apoyados por el multimillonario nacido en Sudáfrica Elon Musk, quien estuvo entre los principales asesores de Trump en los primeros meses de su nueva administración.

Musk se ha alejado en gran medida de su trabajo reformando el Gobierno federal para centrarse en sus empresas comerciales. No obstante, regresó a la Casa Blanca este miércoles para la reunión con Ramaphosa, de pie detrás de uno de los sofás dorados y observando cómo se desarrollaba la reunión contenciosa.

Musk había acusado a Sudáfrica de bloquear su servicio de internet Starlink por no cumplir con las leyes de propiedad para personas negras.

Antes de la visita de este miércoles, los líderes del Gobierno sudafricano se estaban preparando para ofrecer un plan alternativo que permitiría que la empresa de Musk operara en Sudáfrica. El gesto fue visto como un intento de generar buena voluntad con la administración de EE.UU. antes de que comenzaran las conversaciones.

Pareció hacer poco para suavizar las cosas. Y cuando el espectáculo de la Oficina Oval estaba en marcha, Trump parecía desinteresado en darle a Musk un papel para hablar.

“Elon es de Sudáfrica, y no quiero hablar con él sobre eso”, dijo. “No creo que sea justo para él”.

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