Las redadas de ICE en Los Ángeles desatan protestas en todo el país. Trump está decidido a que no arruinen su desfile
Por Andy Rose, CNN
El poder militar de Estados Unidos se exhibirá con fuerza este fin de semana, en dos costas diferentes y de dos maneras muy distintas.
El desfile militar en Washington que el presidente Donald Trump pidió por primera vez en 2018, finalmente se hará realidad este sábado, con largas filas de tanques, obuses y vehículos blindados, junto a miles de soldados que marcharán por la Avenida Constitución, a lo largo del National Mall.
Pero el espectáculo en el Potomac competirá por la atención con el despliegue de poder militar activo al otro lado del país, ya que el Gobierno de Trump traslada más efectivos federales más allá de la periferia de los disturbios en Los Ángeles —donde los manifestantes han respondido con fuerza esta semana a las redadas migratorias a gran escala— y más directamente al centro del conflicto.
“Creo que es una imagen preocupante”, dijo a CNN el excomandante supremo aliado de la OTAN, James Stavridis, analista militar sénior de CNN y almirante retirado de la Marina de EE.UU. “Será difícil —y apropiadamente difícil— para el pueblo estadounidense digerir lo que está viendo”.
Mientras tanto, las redadas masivas de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), y las protestas en su contra, se están extendiendo a otras grandes ciudades de EE.UU., justo cuando más de 1.800 protestas “No Kings” contra la agenda más amplia de Trump están programadas para este sábado en todo el país.
Con tanto potencial de conflicto en el enfrentamiento sobre la política migratoria y el poder ejecutivo, crece la posibilidad de una tormenta política este fin de semana del Día de la Bandera.
“Obviamente, estamos atentos a lo que ocurre (en Los Ángeles), y estaremos preparados si llegara a suceder aquí”, dijo Matt McCool, agente especial a cargo del Servicio Secreto, quien supervisa la seguridad del desfile en Washington.
La contundente victoria electoral de Trump el pasado noviembre —incluyendo un aumento significativo en su porcentaje del voto latino— ha dejado a muchos progresistas y activistas migratorios en la periferia política. Una posible respuesta militar relacionada con acciones migratorias les da una causa concreta a la que aferrarse.
“Lo que Donald Trump más quiere es tu lealtad. Tu silencio. Que seas cómplice en este momento”, dijo el gobernador demócrata de California, Gavin Newsom, en declaraciones difundidas el martes por la noche. “No cedas”.
Las protestas que pusieron a Los Ángeles en el centro del enfrentamiento con el presidente comenzaron a finales de la semana pasada, justo después de que agentes federales de inmigración supuestamente detuvieran a decenas de personas en el Fashion District de la ciudad. Los manifestantes se trasladaron luego al Centro Metropolitano de Detención, donde algunos detenidos estaban recluidos.
Otras ciudades estadounidenses también han visto redadas migratorias significativas —incluyendo decenas de personas detenidas el martes en una empresa de envasado de alimentos en Omaha, Nebraska—, seguidas de protestas emotivas.
Mientras tanto, un grupo de protestas anti-Trump poco organizadas en todo el país, llamado “No Kings”, lleva más de un mes programado, y el número de eventos se disparó en respuesta a las redadas de ICE.
“De repente, todos los números empezaron a dispararse”, dijo Ezra Levin, cofundador del grupo organizador Indivisible, a Rolling Stone sobre la participación en las protestas.
El personal de la Guardia Nacional federalizada está preparado para permanecer en el centro de Los Ángeles durante dos meses, con 700 marinos en servicio activo que acaban de completar entrenamiento para proteger las operaciones de los agentes migratorios, según la administración de Trump.
Newsom, sin embargo, ha dicho que el Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD, por sus siglas en inglés) puede contener las protestas sin la ayuda de fuerzas federales y argumentó que la escalada de la Casa Blanca ha “avivado las llamas” de la tensión en la ciudad.
Pidió a los manifestantes que no caigan en la provocación.
El gobierno federal está tomando el control de la Guardia Nacional de California y desplegando soldados en Los Ángeles “no porque falte personal policial, sino porque quieren un espectáculo”, publicó el gobernador en X. “No se los den”.
Por ahora, la ley federal prohíbe a los efectivos federales realizar arrestos y otras actividades policiales. Pero eso cambiaría si Trump invoca la Ley de Insurrección, una idea con la que ha coqueteado públicamente durante días.
“Las personas que están causando los problemas son malas personas, son insurrectos”, dijo Trump el lunes, antes de matizar horas después, diciendo que las protestas “podrían haber llevado a una insurrección”.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca usó su propio lenguaje militar en su declaración inicial sobre el despliegue de la Guardia: “El comandante en jefe garantizará que las leyes de Estados Unidos se ejecuten plena y completamente”, dijo Karoline Leavitt en un comunicado.
Un gobernador de un estado republicano ya sigue el ejemplo del presidente.
Con algunos arrestos reportados en protestas dispersas, el gobernador republicano Greg Abbott desplegó más de 5.000 miembros de la Guardia Nacional de Texas en San Antonio y otras ciudades para prepararse ante las protestas programadas.
“La Guardia Nacional de Texas será desplegada en todo el estado para garantizar la paz y el orden”, escribió el gobernador.
“Como siempre, estoy en comunicación con nuestros socios estatales y federales de seguridad para coordinar y priorizar la seguridad pública de la comunidad de San Antonio”, dijo el jefe de policía William McManus en un comunicado el miércoles por la noche.
Otra ciudad que se prepara para recibir personal de la Guardia es la capital estatal, Austin, donde el alcalde Kirk Watson dijo que las autoridades municipales fueron notificadas de la llegada de tropas.
“La ciudad de Austin seguirá protegiendo el derecho de las personas a reunirse pacíficamente”, dijo Watson, demócrata, a la filial de CNN KEYE. “Seguiremos reconociendo la humanidad y el valor de nuestra comunidad inmigrante”.
El rápido y agresivo esfuerzo de la administración de Trump para activar efectivos federales en Los Ángeles —y la idea de que pueden intervenir en cualquier ciudad que consideren demasiado violenta— contrasta marcadamente con la última vez que Trump enfrentó protestas volátiles durante su mandato.
El verano de disturbios tras el asesinato de George Floyd, un padre de familia negro, a manos de un policía blanco, se extendió por decenas de ciudades estadounidenses en el último año del primer mandato de Trump. En ese entonces, Trump dijo que no tenía poder para enviar militares por su cuenta.
“No podemos llamar a la Guardia Nacional a menos que lo solicite un gobernador”, dijo en un foro de ABC News en septiembre de 2020.
Pero los tiempos han cambiado, dijo al New York Post esta semana.
“Puedo ser más firme ante un ataque en Los Ángeles”, dijo el presidente. “Creo que hace cuatro u ocho años habría sido más difícil traer a la Guardia Nacional”.
Las protestas raciales que comenzaron ese año —junto con el movimiento Black Lives Matter— han sido un punto de referencia en la retórica de Trump sobre la violencia urbana.
“Miren lo que pasa en otras partes del país. En Portland (Oregón), donde matan gente, destruyen la ciudad, no les pasa nada”, dijo Trump en declaraciones improvisadas en su segundo Día de la Investidura. “En Seattle, donde tomaron una gran parte de la ciudad, no pasó nada. En Minneapolis, donde incendiaron la ciudad, no pasó nada, esencialmente. Nada pasó”.
Intentando controlar esta semana a la facción más desordenada de manifestantes en Los Ángeles, la alcaldesa demócrata Karen Bass impuso un toque de queda nocturno en el centro a partir del martes por la noche, diciendo que el vandalismo y la destrucción de propiedad no ayudan a la causa.
“No puedes decir que apoyas a los inmigrantes y vandalizar nuestra ciudad”, dijo.
Mientras los activos militares enviados por Trump a Los Ángeles mantienen su tensa convivencia con las fuerzas del orden locales, el presidente pasará el sábado disfrutando del desfile militar que ha esperado durante años: un desfile repleto de armamento a solo una cuadra de la Casa Blanca. Más de 6.000 soldados estarán acompañados por 150 vehículos y 50 aeronaves en la marcha por la Avenida Constitución, vigilados por miles de agentes de seguridad.
El desfile tiene como objetivo oficial celebrar el 250 aniversario de las Fuerzas Armadas y también coincide con el cumpleaños número 79 de Trump, según ha dicho el presidente. Podría costar hasta US$ 45 millones, cifra que Trump considera justificada.
“Es una minucia comparado con el valor de hacerlo”, dijo el mes pasado a “Meet the Press” de NBC. “Tenemos las mejores armas del mundo. Y vamos a celebrarlo”.
Aun así, Trump ha reconocido que la celebración de alto perfil podría atraer a manifestantes, y les lanzó una advertencia: “Para quienes quieran protestar, se encontrarán con una fuerza muy grande”, dijo el martes en la Oficina Oval.
Al pedirle que aclarara el comentario del presidente, Leavitt dijo: “Por supuesto, el presidente apoya las protestas pacíficas. Qué pregunta tan estúpida”.
Ahora, con protestas anti-Trump surgiendo desde el noroeste del Pacífico hasta Puerto Rico —y el presidente manteniendo la presión sobre California—, los expertos en seguridad esperan que prevalezca la calma.
“La violencia no es aceptable. Detener las redadas migratorias es ilegal”, dijo la exsubsecretaria de Seguridad Nacional y analista sénior de Seguridad Nacional de CNN, Juliette Kayyem. “Todos podemos estar de acuerdo en eso y aun así creer que el papel de la Casa Blanca es desescalar para el liderazgo local y político”.
Aun así, agregó: “Hemos visto exactamente lo contrario”.
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